Piensa un número al azar entre 1 y 20... Es bastante posible que yo pueda "adivinarlo".
Veamos... Estás pensando en el diecisiete!
Bueno... Si me equivoqué en el primer intento, acertaré en el segundo.
Estabas pensando en el siete!
Si acerté con el diecisiete -cosa que probabilísticamente es bastante probable, desde luego mucho más que el 5% de posibilidades que podría esperarse- es debido a un curioso fenómeno cognitivo, tal como el siguiente gráfico (tomado de Cognitive Daily) muestra. En el se comparan las respuestas proporcionadas por una computadora, y por 347 personas a las que se preguntó por un número entre 1 y 20.
Supuestamente no disponemos de generadores cuánticos de números aleatorios en el cerebro (o si los poseemos, no parece que los podamos utilizar conscientemente), por lo que nuestra noción de azar o de aleatoriedad es subjetiva, y la misma queda sujeta a nuestra percepción de orden o de comprensibilidad.
Consideremos por ejemplo lo siguiente: un número par tiene una propiedad muy evidente (la divisibilidad por 2) que en principio puede hacer que se perciba como menos “aleatorio”. De hecho, si se compara la frecuencia con la que un ser humano responde un número impar, ésta es notablemente superior a la de los números pares. Sin embargo, este efecto es en gran parte debido al 17. Si lo eliminamos de la lista de impares, la cosa queda mucho más equilibrada, y no hay diferencia estadísticamente significativa.
¿Qué tiene el número 17 que no tengan otros impares?
Algo muy importante, es un número primo. De alguna manera, no sólo somos capaces de percibir claramente que un número pequeño sea par, sino en general si es compuesto o no.
No. de hecho la preferencia por el 17 se da en diferentes idiomas, por lo que esa posibilidad queda descartada.
Más razonable es que se trate de un número cercano al límite superior que indicamos (20), y que los números primos más pequeños los encontremos más frecuentemente en nuestra experiencia cotidiana: tres colores tienen los semáforos, cinco dedos la mano, etc. El 7 por ejemplo posee connotaciones numerológicas desde siempre, y eso puede explicar que sea el segundo favorito. El 17 se puede beneficiar de ser “extraño” en la experiencia cotidiana, y de incluir precisamente el 7.
Curiosamente, si nos piden que elijamos un segundo número al "azar", éste sí suele estar más o menos uniformemente distribuido.
Este es, por ahora, uno de los tantos misterios de la configuración mental humana.
Fuente: Singularidad
Veamos... Estás pensando en el diecisiete!
Bueno... Si me equivoqué en el primer intento, acertaré en el segundo.
Estabas pensando en el siete!
Si acerté con el diecisiete -cosa que probabilísticamente es bastante probable, desde luego mucho más que el 5% de posibilidades que podría esperarse- es debido a un curioso fenómeno cognitivo, tal como el siguiente gráfico (tomado de Cognitive Daily) muestra. En el se comparan las respuestas proporcionadas por una computadora, y por 347 personas a las que se preguntó por un número entre 1 y 20.
Supuestamente no disponemos de generadores cuánticos de números aleatorios en el cerebro (o si los poseemos, no parece que los podamos utilizar conscientemente), por lo que nuestra noción de azar o de aleatoriedad es subjetiva, y la misma queda sujeta a nuestra percepción de orden o de comprensibilidad.
«Nuestros cerebros están preparados para buscar patrones en el ruido o -en este caso- propiedades evidentes en los números. »
Consideremos por ejemplo lo siguiente: un número par tiene una propiedad muy evidente (la divisibilidad por 2) que en principio puede hacer que se perciba como menos “aleatorio”. De hecho, si se compara la frecuencia con la que un ser humano responde un número impar, ésta es notablemente superior a la de los números pares. Sin embargo, este efecto es en gran parte debido al 17. Si lo eliminamos de la lista de impares, la cosa queda mucho más equilibrada, y no hay diferencia estadísticamente significativa.
¿Qué tiene el número 17 que no tengan otros impares?
Algo muy importante, es un número primo. De alguna manera, no sólo somos capaces de percibir claramente que un número pequeño sea par, sino en general si es compuesto o no.
La diferencia que se aprecia en la preferencia por números primos es estadísticamente significativa, incluso si se elimina el 17 de entre los primos. De alguna manera, parece que percibimos la naturaleza atómica (en el sentido etimológico) de los números primos.
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Números Primos (del 1 al 20). |
¿Y por qué el número 17 en particular? ¿Acaso podría ser que se tratara de algún fenómeno lingüístico?
No. de hecho la preferencia por el 17 se da en diferentes idiomas, por lo que esa posibilidad queda descartada.
Más razonable es que se trate de un número cercano al límite superior que indicamos (20), y que los números primos más pequeños los encontremos más frecuentemente en nuestra experiencia cotidiana: tres colores tienen los semáforos, cinco dedos la mano, etc. El 7 por ejemplo posee connotaciones numerológicas desde siempre, y eso puede explicar que sea el segundo favorito. El 17 se puede beneficiar de ser “extraño” en la experiencia cotidiana, y de incluir precisamente el 7.
En el ejemplo anterior, 62 personas de entre 347 eligieron el 17.
La probabilidad de este evento es:
Lo que viene a ser, 3 entre un trillón.
Este es, por ahora, uno de los tantos misterios de la configuración mental humana.
Fuente: Singularidad