CUANDO LA ELECCION ES ILUSORIA

En el año 2005 dos científicos de la Universidad de Lund (Suecia), Lars Hall y Petter Johansson, realizaron un experimento que transformó la manera en que las ciencias cognitivas comprenden la "elección" de los seres humanos. 

La prueba era simple: se ofrecía a un grupo de voluntarios, uno por uno, elegir la que más les agradara de entre dos fotografías con mujeres previamente seleccionadas.

Luego se ponían boca abajo las fotos, unas con el reverso negro y otras rojo. El mantel que cubría la mesa también era de color negro. A continuación se pedía a los participantes que tomaran la fotografía que acababan de elegir. Sin que ellos lo supieran, el investigador hacía un pase de ilusión conocido como "arte negro". Nuestras neuronas visuales están construidas para detectar y buscar el contraste; por lo cual es difícil distinguir el negro en fondos negros, por lo que esconder las fotografías resultaba bastante fácil.

Las fotografías se cambiaban para que los voluntarios recibieran una fotografía con reverso rojo, y al frente estaba la persona contraria a la que habían elegido en un primer momento. Este truco pasaba desapercibido casi por completo; sólo el 26% de los participantes lograron percatarse del cambio.

Más aún, cuando se pidió a los participantes que explicaran su elección (mirando la tarjeta que no habían elegido) no dudaron ni un poco. Rápidamente desarrollaban análisis para justificar o explicar una elección que ni siquiera habían hecho. En lugar de evaluar la carta que habían tomado de la mesa, primero actuaban y pensaban después.

Esto comprueba que el juicio de retrospectiva es una herramienta de uso constante al momento de justificar nuestras elecciones ante otros y que nuestras elecciones son fácilmente manipulables. Los científicos bautizaron esta ilusión como ceguera electiva.

Esta ceguera revela que a menudo nuestras elecciones están mucho más constreñidas y limitadas de lo que nos atrevemos a creer, es decir, que nuestra percepción de haber elegido libremente puede ser una completa farsa en la que el primero que se engaña somos nosotros mismos.


Una nueva prueba realizada en 2013 por el mismo equipo científico, analizó las reacciones de varios voluntarios que llenaron una encuesta sobre sus preferencias políticas y que luego les fue devuelta con cambios drásticos. La mayoría de los participantes defendió y explicó sus supuestas elecciones, e incluso algunos manifestaron la intensión de cambiar su voto basándose en las modificaciones que otros le habían hecho a su propia encuesta.

¿Será que hacer que las elecciones de la gente favorezcan a uno u otro bando es cuestión de saber mover bien las cartas?


Fuente: Pijamasurf