LOS NEPHILIM



Los Nephilim o Nefilim -del hebreo נְּפִלִים (plural), viene de nafál: "caer", y de ahí "los caídos" o "los que hacen caer"
Son, en la Biblia y otros escritos religiosos tanto judíos como cristianos (primigenios), un pueblo de gigantes o titanes mencionados en Génesis 6:4 y en el Libro de los Números 13:33.

Según la transcripción, el término Nephilim se ha traducido como "gigantes", y también como "titanes". Así, para unos los Nephilim serían ángeles caídos, y para otros serían los hijos de Dios (בני האלהים, Bnei ha'Elohim) mencionados en Génesis 6:2 y 4.

Efectivamente en la Biblia hebrea la expresión "Bnei ha´Elohim" es utilizada en varias ocasiones como eufemismo para referirse a los ángeles; como por ejemplo en Job 1:6; 2:1, y de acuerdo con esto la Septuaginta* traduce esta expresión, tanto en estos pasajes como en Génesis, como “Ángeles”.
*Biblia griega también denominada "Biblia de los Setenta"; traducida de textos hebreos y arameos más antiguos que las posteriores ediciones.

En la traducción del libro de Enoch los Nephilim no son los ángeles caídos, sino violentos gigantes (nafal también puede significar: "hacer caer", "derribadores"), frutos de la unión de aquellos "ángeles caídos" con hembras humanas. La expresión "Hijo del hombre" es usada en la Biblia hebrea como eufemismo de "ser humano" (1 Samuel 15:28; Job 16:21; 25:6; 35:8; Salmo 8:4; 144:3; 146:4; Jeremías 50:40; Ezequiel 2-48; Daniel 7:13, etc.). Así, las "hijas de los hombres" (bat haAdam) estarían en contraste con los "hijos de Dios".









Asociada con lo sagrado por muchas culturas, la región del Cáucaso es el lugar donde supuestamente se asentó Noé, según el relato del Génesis. La historia de este personaje contiene una clara referencia al enclave donde una pequeña parte de la humanidad renació tras haber abandonado su hogar antes del Diluvio. De hecho, numerosas tradiciones antiguas señalan el Cáucaso como el lugar donde el hombre reinició su proceso civilizador. 

Los griegos por ejemplo, situaron allí la casa de Prometeo, el héroe que entregó al hombre el fuego robado a los dioses, y éste parece ser el principal argumento en el que concuerdan variadas mitologías: el Cáucaso era morada de héroes portadores del saber; entidades que se nos muestran con las mismas características que les atribuye la Biblia.

«Según el relato bíblico, los Vigilantes –Irín, en arameo–, a los que describe como criaturas impías, tuvieron relaciones sexuales con las hijas de los hombres, fruto de las cuales surgió una estirpe de gigantes, o Nephilim.»

El texto bíblico alude a que los Vigilantes eran entidades subordinadas a la voluntad divina: ‹Había gigantes en la tierra en aquellos días y también después, cuando los hijos de Dios se unieron a las hijas de los hombres y ellas les dieron hijos. Estos son los héroes de la antigüedad, hombres de renombre›.



El hecho de considerar a los Vigilantes como poseedores de un saber relacionado con la manifestación del Espíritu Solar en la Tierra y de que se les identificara con los sacerdotes, se observa claramente en Semyazza, el «Ángel Vigilante», que el Libro de Enoc sitúa al frente de doscientos ángeles caídos. Tal nombre deriva del arameo Sammasa, que define al «siervo de Dios» y, a la vez, al «guardián del templo», lo cual tiene que ver con la función sacerdotal y angelical de nivel superior (Shamash, en arameo, significaba Sol).

Con todo, hay otra información importante que puede ayudarnos a entender mejor quiénes eran los Vigilantes. Se trata de la primera descripción de los Nephilim en los escritos esenios de Qumran: Uno de ellos era de aspecto aterrador, como una serpiente su manto era muy colorido, pero muy oscuro y, no obstante, su rostro era como el de una víbora y estaba lleno de ojos.

«En la versión eslava del Libro de Enoc también se afirma que los Vigilantes estaban cubiertos de plumas, algo que inevitablemente asociamos con alas.»

Estos dos aspectos se explican cuando recurrimos a la tradición persa de Simurgh, el Ave del Paraíso. El pájaro Simurgh se representa como un pavo real poseedor de poderes curativos y un saber de orden superior. Esto convierte al Simurgh no en un pavo real tal como lo conocemos, sino más bien en un hombre-pájaro, un sacerdote-chamán, al igual que lo eran los Vigilantes. De hecho, la descripción que se hace de estos últimos, vestidos con túnicas de oscuro plumaje, colores variopintos y «ojos», se ajusta plenamente a la del plumaje del pavo real, de color azul-verdoso, cola abierta en abanico y con multitud de «ojos». ¿Y qué decir del rostro de la víbora? 

Monte Hermón
No es de extrañar que muchos chamanes se hagan llamar «hombres-pájaro» u «hombres-serpiente», y que se adornen con objetos "sagrados" con plumas y piel de reptil. ¿Será por ese motivo que Jesús dijo "Sed vigilantes como serpientes y puros como palomas"?

Según el Libro de Enoc, los Nephilim fueron condenados en la cima del Monte Hermón, lugar donde nace el río Jordán y en el que supuestamente fue bautizado el Mesías.

«Todas estas conexiones confirman que en el área comprendida entre Turquía, Siria, Irán e Irak se originó gran parte de la humanidad postrera.»

La presencia de esta cultura la prueba el descubrimiento en diferentes enclaves de esta vasta región de unas estatuas con rasgos reptiloides y cabezas acabadas en punta.

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Figurillas de Ubaid (Mesopotamia).
Existen unos asentamientos neolíticos en Turquía (Anatolia), que establecen una conexión con la estirpe de los Nephilim o Vigilantes. En 1993, cerca de la ciudad de Sanliurfa, se descubrió Göbekli Tepe, un asentamiento que se remonta a tiempos antediluvianos. Hace más de 12.000 años que este lugar era un santuario con cientos de templos –la mayoría aún permanece sin excavar–, los cuales poseen unas características que muestran un extraordinario desarrollo cultural y tecnológico, resultado de mantener una cultura durante siglos; sorprendentemente más avanzado que el que se alcanzaría varios milenios más tarde.
Ruinas de Anatolia (Turquía).
Esto supuso que el arqueólogo encargado de las excavaciones, el alemán Klaus Schmidt, afirmase hace algún tiempo que este lugar había sido el Edén bíblico. Las representaciones de animales totémicos, aves incluidas, esculpidas en los relieves de las columnas de antiguos templos, ponen de manifiesto el apogeo de un tipo de culto al estilo chamánico; sin duda vinculado con una población muy avanzada en comparación con otras de la misma época. 
¿Quién podría haber logrado en esa zona tal desarrollo, antes del "Diluvio", sino los Nephilim?

Además, la presencia de los Nephilim en Turquía no se limitó a Göbekli Tepe. De hecho, reaparecieron varios milenios más tarde, justo después del Diluvio. A finales de los años cincuenta del siglo pasado, no muy lejos de Konia, fue descubierto un yacimiento neolítico conocido como Çatal Höyük, cuya fundación parece remontarse al año 7000 a. C. Este antiguo asentamiento, caracterizado por un avance y desarrollo increíbles para aquella época, contenía adornos de toros, figuras geométricas, buitres y vulvas, que hacían referencia al culto de la Gran Diosa, foco de la vida religiosa de sus sacerdotes y sacerdotisas. Aunque lo más importante estaba por llegar: Al excavar en el subsuelo, se descubrieron muchas estatuillas femeninas con rostro serpentino, lo que nos conduce inevitablemente a los Nephilim.

Observemos ahora otra llamativa circunstancia: los restos humanos hallados en Çatal Höyük pertenecían a individuos de cráneo excepcionalmente dolicocéfalo, como el atribuido a los Nephilim. Y hay más. La reconstrucción de las vestiduras sacerdotales de Çatal Höyük, efectuada gracias a los hallazgos arqueológicos, está profundamente ligada a la idea del hombre-pájaro, puesto que las primeras fueron confeccionadas con plumas de buitre.

Llamativamente, encontramos una analogía de la civilización de Çatal Höyük (lejos de Turquía). Nos referimos a la cultura Hopi, en la meseta central de EE.UU. 

Hace unos 9.000 años, los habitantes de Çatal Höyük construyeron un complejo urbano muy singular, desprovisto de callejuelas, de modo que el acceso a las viviendas sólo era posible a través del techo. Pues bien, la única muestra en el mundo similar a esta disposición arquitectónica se la debemos al pueblo hopi, que estableció una densa red de casas sin caminos o franjas de separación y, también, con la entrada por el techo.

Las serpientes, como las hormigas, son seres ctónicos, que viven bajo tierra. Además, su descripción en los mitos hopi alude a un grupo de gentes que estaba en perfecta armonía con las fuerzas de la creación, lo mismo que los Nephilim, que se consideraban «santos». Es posible que los atributos asociados a los Nephilim-Vigilantes tuvieran correlación en gran parte con la mitología hopi. Pero, si esto fuera plausible, ¿dónde estarían estas instalaciones subterráneas? ¿Existieron de verdad? La respuesta es afirmativa.


La mayor parte se encuentran en Turquía, concretamente en la Capadocia, lo que nos conduce nuevamente a los Nephilim. El número de ciudades subterráneas que están apareciendo en Capadocia es cada vez mayor. Hasta la fecha se han descubierto alrededor de cuarenta. Las mismas estaban formadas por diferentes niveles, que podían llegar a alcanzar hasta 86 metros de profundidad, ocupando superficies de muchos kilómetros cuadrados.

«Como en Derinkuyu o Kaimakli, tenían capacidad para 20.000 personas y estaban perfectamente ventiladas, lo que da muestras de la habilidad de sus constructores.»

Es interesante observar que, pese a la enorme cantidad de trabajo físico que debieron suponer las excavaciones, no existe una sola colina artificial en Anatolia que pueda relacionarse con la ejecución de estas grandes ciudades subterráneas. Aunque los arqueólogos atribuyen estas estructuras al período hitita, alrededor del siglo XVII a. C., es muy probable que sean mucho más antiguas, lo que confirmaría el mito de los hopi.

La exploración completa de estos recintos resulta imposible, dado que internarse en el subsuelo durante kilómetros y kilómetros pone en peligro la vida de quienes intentan dicha empresa. Basta el ejemplo de la desaparición de dos arqueólogos en el interior de Derinkuyu, al no poder encontrar la salida. ¿Fueron éstas las casas antediluvianas del pueblo de las hormigas de las que hablan los hopi? ¿Acaso estos espacios preservaron a «los sabios con las canciones del corazón » durante los cambios planetarios que afectaron a la Tierra antes y después de la última era glacial? ¿Fue ésta la zona donde los Irín hicieron su aparición alumbrando luego las sucesivas culturas que allí emergieron? James Mellaart, el arqueólogo descubridor de Çatal Höyük, señaló en su día que este laberinto subterráneo es «un patrimonio enormemente antiguo»

Fuente: Año Cero