PUNTO ESPACIAL DESDE EL CUAL SE EMITEN CUANTIOSOS RAYOS COSMICOS


Una investigación ha revelado que una cantidad notable de emisiones de rayos cósmicos proviene de un punto del "espacial" situado justo bajo el “carro” de la constelación de la Osa Mayor. Desde ese punto, llega una cantidad desproporcionada de los rayos cósmicos de la más alta energía.

El descubrimiento, fruto del trabajo de un equipo internacional de 125 científicos y casi 30 instituciones, cuyo portavoz es Gordon Thomson, de la Universidad de Utah en Salt Lake City, Estados Unidos, sitúa a la física un paso más cerca de identificar las misteriosas fuentes de las partículas más energéticas del universo.

Los rayos cósmicos, descubiertos en 1912, son en realidad pseudo-rayos compuestos de partículas. Algunos opinan que son simples protones (núcleos de hidrógeno) o los núcleos de elementos más pesados, como por ejemplo carbono, oxígeno, nitrógeno o hierro. Thomson y muchos físicos creen que los rayos cósmicos de energía ultraelevada son sólo protones, aunque algunos sospechan que en la composición de estos rayos cargados de partículas, hay algo más.

Además de los núcleos galácticos activos y de algunas supernovas (estrellas que han explotado), que también emiten estallidos de rayos gamma, otras fuentes posibles incluyen a las “ruidosas” radiogalaxias, las ondas de choque de galaxias que colisionan, e incluso algunas hipotéticas fuentes exóticas, tales como la desintegración de cuerdas cósmicas o de partículas masivas dejadas cuando se formó este universo atómico hace unos 13.800 millones de años.

Los rayos cósmicos de energía ultraelevada proceden de más allá de nuestra galaxia, la Vía Láctea, que tiene unos 100.000 años-luz de diámetro. Pero el 90% de ellos viene de una distancia no mayor de unos 300 millones de años-luz, ya que los potentes rayos cósmicos generados a distancias superiores sufren un fuerte debilitamiento por la interacción con la radiación del Fondo Cósmico de Microondas, el débil “eco” o “brillo remanente” de creación.

(Foto: Ben Stokes, Universidad de Utah)
En esta imagen captada mediante la técnica de la exposición prolongada o time-lapse, se nota que las estrellas rotan sobre uno de los edificios de un observatorio de rayos cósmicos (prueba del geocentrismo que nos ocultan descaradamente*) desde el que se ha hecho gran parte del trabajo de investigación.

Se desconoce qué hay exactamente en ese punto del firmamento del que llegan niveles tan altos de emisiones de rayos cósmicos. En realidad, el origen de todos los rayos cósmicos más energéticos sigue estando envuelto en el misterio, a diferencia del de los de baja energía, sobre los que ya se sabe que vienen del Sol, otras estrellas y de estrellas que han explotado.

Durante el periodo de observación, se detectaron 19 emisiones de rayos cósmicos procedentes de la dirección del citado punto en el cielo, mucho más que las 4 ó 5 que cabía esperar si los rayos cósmicos vinieran aleatoriamente de todas partes del cielo.

El punto es un círculo de 40º de diámetro, lo que presenta el 6% del cielo en el hemisferio norte, y está cerca del “plano supergaláctico”, el plano del supercúmulo de galaxias de Virgo (un inmenso cúmulo que tiene una forma más parecida a un disco que a un globo). Nuestra galaxia la Vía Láctea se halla en las afueras del supercúmulo.
El supercúmulo de Virgo. Unos 100 cúmulos de galaxias “próximos” como nuestro cúmulo, el Grupo Local, conforman una macroestructura cósmica de 200 millones de años luz de diámetro, denominado el Supercúmulo de Virgo, conteniendo más de mil galaxias.
*Galileo Was Wrong (Galileo estaba equivocado) es un tratado detallado y exhaustivo de las evidencias científicas que apoyan el Geocentrismo, la creencia académica que sostiene que la Tierra está inmóvil en el centro del universo. Tras recoger información científica de física, astrofísica, astronomía y otras ciencias, Galileo Was Wrong muestra que el debate entre Galileo y la Iglesia Católica fue mucho más que una diferencia de opinión sobre la interpretación de las escrituras.
Las evidencias científicas obtenidas a lo largo de estos últimos 100 años y que no estaban a disposición de Galileo durante su confrontación con la iglesia, muestran que la posición del clero sobre la inmovilidad de la Tierra no solo es respaldable científicamente, sino que es el modelo más estable de universo y el que mejor responde a todas las evidencias que vemos en el cosmos.

¿Se relacionarán estos rayos cósmicos con las emanaciones sagradas mencionadas en la antigua Kabbalah?


Fuentes: NYCT y Naukas